Las citas

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Las mejores citas son las que se tienen con alguien que te quita el sentido, hace que te dé un vuelco o corazón o te provoque un orgasmo en tus neuronas ,y luego están las literarias que sirven para revestir de autoridad alguna ocurrencia o genialidad que se ha deslizado entre las letras que escribes.

De las primeras por lo general no hablo que para eso los escritores tenemos la coartada de la ficción literaria donde otros personajes cuentan sus alegrias y tristezas, en cambio sí quiero referirme a las citas de autores que tuvierón el chispazo de una frase genial y en cualquier caso provocadora , porque hay dos cosas que jamás se puede hacer con ellas: robar su autoría o destrozar su belleza alterando su contenido formal.

Coincidiran conmigo que en estos tiempos de desahogo y exhibición impúdica en los que hasta las faltas de ortografía han dejado de avergonzar a los lenguaraces que se pasan el día colgados de las redes sociales, lo importante para esos charlatanes compulsivos es estar en el candelero aunque su luz descubra la desnudez cultural que les acompaña.

Cuando se escribe un texto o se habla en público , por respeto al autor , a uno mismo y sobre todo a quienes te van a leer o escuchar, es oportuno comprobar las citas que se refieren porque no es bueno de suyo pasear las vergüenzas por el foro y desnudar la ignorancia en la plaza pública.

Es cierto que en estos meses de ocio veraniego hay gente como yo que en vez de tostarse al sol o rebozarse en la arena prefiere disfrutar con otros placeres que me permiten descubrir la insoportable levedad de algunos seres llamados políticos que creen que gobernar consiste en decir frases ocurrentes.

La última que he leído la ha pronunciado el ministro de Fomento, Josė Luis Avalos, que sin encomendarse ni siquiera al diablo – que es un personaje leído y por lo tanto culto – ha dicho que espera que Pablo no niegue por tercera vez a Pedro, y yo creo que hasta los agnósticos, sobre todo si son ministros y como es el caso, maestro de educación primaria, deberían conocer que fue Pedro el que negó a Jesucristo hasta tres veces antes de que cantara el gallo.

Recuerdo que un diputado en los años de la transición política , al escuchar las numerosas referencias literarias e históricas que hacían en sus discursos los parlamentarios de entonces, dijo que el Parlamento “ parecía una Casa de citas”, y fuera cual fuese su intención cuando afirmó aquello lo cierto es que … aquella Casa tenía otro nivel.

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