el opio del pueblo

Nos hemos quedado sin argumentos.Brasil ha hecho lo que necesitaba para darle una alegría a un pueblo que hace tiempo no tiene ninguna razón para sentirse orgulloso de sus desigualdades, y nuestra selección de fútbol ha roto una racha de victorias que nos hacían soñar con que, al menos, había una cosa que funcionaba bien en España. He de confesar que hasta yo mismo estaba convencido de que hoy íbamos a tener como único tema de conversación el logro de una nueva victoria de nuestros futbolistas, con lo que descansaríamos de la condena diaria que arrastramos con nuestras vergüenzas al aire, pero los dioses terrenales han querido repartir hacia el otro continente la fortuna del éxito.
Nuestra gente tiene mérito y siguen siendo los campeones del mundo. Lo de ayer fue un partido contra los que jugaron mejor, pero aún no nos han destronado, pero sí nos han conducido a la cruda realidad de que nada de lo que nos parece estupendo dura toda la vida y que cada día hay que empezar a ganarse el éxito.
Yo más que futbolero soy madridista, que es una forma de disfrutar cuando pierde el Barça, y ayer no vi completa la final de Maracaná porque sufro cuando pierden los buenos, pero quiero hacer dos reflexiones que pueden servir para que aprendamos algo sobre lo dura que es la vida .
Quedar los segundos para muchos es un fracaso, porque estamos acostumbrados a no valorar el esfuerzo de quienes siendo muy buenos no son los mejores, y si nos detenemos a pensar en quienes ganan más, en otros ámbitos de la vida, veremos que no siempre resultan envidiables.
La otra reflexión es que el fútbol sigue siendo el opio del pueblo, y por eso hoy están contentos sin razón los brasileños y tristes con motivo los españoles.

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